lunes, 3 de agosto de 2009

BOLÍVAR BALCÁCER SE RETIRA DE MEDIACIÓN EN CASO FÉLIX D´OLEO-CARLOS RUIZ

Bolívar Balcácer.-

Con un profundo dolor comunico a los amigos de Martilloyclavo y de New York que mi mediación para que Carlos Ruiz y Félix D’oleo se reunieran este martes en un lugar del alto Manhattan a fracasado fruto de la violación de las partes al dar entrevistas altisonantes a Miguel Cruz Tejada para los medios locales que trabaja con trascendencia internacional, en la misma ambos emiten este lunes, comentarios que laceran la moral y la estabilidad de la comunidad

He escuchado la entrevista de los dos y me apena lo que he tenido que escuchar, por esa razón he llamado al amigo Félix D’oleo quien no contestó mi llamada a pesar de que hablamos a las 4 de la Tarde de este lunes para reafirmar el encuentro de carácter amistoso, pero a las 5:15 P.M se emitía otras informaciones de carácter noticioso a Cruz Tejada, lo que convierte el asunto en una cloaca, he procedido a dialogar con Carlos Ruíz y le he manifestado que me retiro por la violación a lo acordado de que se mantuvieran en silencio hasta que nos reuniéramos pero los dimes y diretes han tenido más peso que la espera para que los ánimos no se desbordaran.

A partir de este momento abandono todo intento de concertación al tiempo que anuncio a los seguidores de Martilloyclavo y a la comunidad dominicana de New York que este portal no publicará nada referente al caso ni a favor ni encontra de las partes envueltas, ni ahora ni después, en tal sentido como muchos dominicanos de New York me mantendré en los mogotes observando el desenlace de esta “guerra punica” y sin sentido que se ha implementado, todo por un afán de dinero que demuestra la miseria mental que se posee anteponiendo el liderato y ayudando a ridiculizar más a la diáspora dominicana, permitiendo con esa actitud irracional que decenas de padres de familia aumenten el ejercito de desempleados que ya tenemos.

En mi trayecto he aprendido que dos polos para lucir las cualidades; uno sin otro es media buena suerte. No basta ser inteligente, se precisa la predisposición del carácter. La mala suerte del necio es errar la vocación en el estado, la ocupación, la vecindad y los amigos.

No basta la sustancia, también se necesita la circunstancia. Los malos modos todo lo corrompen, hasta la justicia y la razón. Los buenos todo lo remedian: doran el no, endulzan la verdad y hermosean la misma vejez. En las cosas tiene gran parte el cómo.

Lamento la agresión de que fue objeto Félix D’oleo, lamento que la imagen de Carlos Ruiz se desintegre comida por la vorágine de un grupo que no tolera un liderato emergente y que en este caso tiene un buen caldo de cultivo para demolerlo, pero más lamento el enanismo mental que demuestran los que debieran ser nuestros guías.

El propósito de un dialogo franco y abierto para resolver al menos el impase entre Carlos y Félix, como amigos, como hermanos, como compañeros, en mi caso a Fracasado porque ha podido más la incapacidad de espera que la razón.

Ante el fraso de mi mediación solo me resta rescatar de mis viejos anaqueles un editorial de mi maestro Don Rafael Herrera y dejarlo para que quienes lean esta postura reflexionen en base a la estocada que como con sándalo se le da nueva vez a la dominicanidad de New York, asesinada esta vez con el perfume putrefacto del sin razón.

Las palabras tienen virtudes mágicas. Su poder de evocación es enorme. Ellas transforman el mundo, porque su contenido espiritual es tan amplio cuanto sea posible concebir por el ser humano. Y algunas hasta van más allá de la simple apreciación, y conducen el pensamiento por sendas ignoradas, en descubrimiento de nuevas realidades.

Pero así como son útiles, también ocasionan numerosos daños. Han sido creadas en la realidad y en el sueño. Y describen la realidad y anuncian lo imprevisible que solamente es perceptible en ciertos estados de ensoñación.

Con una palabra se dice, pero sobre todo se calla. Porque si son afirmaciones, también encierran negociaciones, porque el ser se esconde en ellas para vivir una existencia propia, en un mundo peculiar que no es valedero sino para quienes estén en el secreto.

Se transforman las palabras como los sentimientos. Son entes vivos, fulgurantes, oscuros, tristes, alegres, apasionados y fríos.

Se vulgarizan con el uso frecuente. Se hacen elevadas, señeras, dominantes, intangibles. Significantes y traicioneras, lúcidas y oscuras, las palabras conducen, desvían, trastruecan, designan, confunden, orientan, construyen, matan.

Para usarlas es menester su amistad, su conocimiento, como ciertas materias químicas que cuando manejadas inadvertidamente, equivocadamente generan nuevos cuerpos casi siempre peligrosos.

Medio seguro de comunicación, alejan, sin embargo, rompen vínculos, establecen fronteras y barreras insalvables.

Porque las palabras, ¡ay las palabras¡, tienen poderes mágicos. Como no se quiere dialogar y es hablando como se entiende la gente, entonces Me retiro del caso.