José Antonio Aybar F. (aybarjo@gmail.com)
“Ser un líder no tiene que ver con gustar. Tiene que ver con hacer lo correcto”. (Robin S. Sharma/Guía de la grandeza).
La música, en distintas épocas, va generando sus líderes.
En el merengue y la bachata, por mencionar dos ritmos musicales criollos, hemos visto surgir líderes que al pasar de los años dejaron de serlo y hoy se mantienen apenas de los recuerdos.
¿Qué es un líder? Aquel que es capaz de aglutinar a las masas a su alrededor y con sus acciones incidir, ya sea positiva o negativamente, en esa masa que lo sigue.
Si hacemos un repaso de la farándula doméstica nos encontraremos con que, a partir de los 80, la mayor parte de los líderes del merengue y la bachata mostraron un comportamiento non santo en el que las drogas, el alcoholismo y la paternidad irresponsable estuvieron a la orden del día.
Hoy el fenómeno suma la violencia intrafamiliar con un desparpajo tan bochornoso que sus protagonistas disfrutan que el morbo público maneje a su antojo sus historias solo por mantenerse en la palestra.
Como dice Robin S. Sharma, cada uno de nosotros está llamado a ser grande y en ese sentido el liderazgo se forja a través de hechos que van tejiendo una cadena irrompible y solo se mantiene abonándolo cada día con actitudes y comportamientos positivos.
Los otros
Dice Sharman: “hay muchos líderes que tienen miedo del conflicto y una arraigada necesidad de ser populares y queridos. Les desagrada ir a contrapelo y levantar olas. Se sienten inseguros e incómodos viviendo en su propia piel”.
Ahora bien, los grandes líderes son otra cosa. “No les da miedo decir cosas desagrables, difunden su propia verdad y corren su propia carrera tomando las decisiones correctas y preocupándose poco o nada de la opinión pública. Son el coraje en acción”.
Pero ojo, no confundir el coraje de decir y hacer para alcanzar un liderazgo auténtico con el desatino de conductas que atentan contra el pudor, las buenas costumbres y la integridad de los demás.
Ese tipo de liderazgo no es duradero. Es papa de otro costal.
Tomado de El Nacional
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